IDEA

El hombre se justifica a sí mismo, pretende alguna redención, su angustia es la angustia de todos los hombres; lo vano y lo leve de su paso por el mundo.

PREMISA

(Todos buscan). Desde que abrimos los ojos estamos buscando algo pero puede ser que, al final, lo que encontremos no nos guste demasiado.

SINOPSIS

Un hombre mayor que en su juventud tuviera dotes para la parapsicología y fuera rabdomante (persona que mediante el uso de varillas busca agua u objetos) se ve en la obligación de conseguir dinero para la operación de la repentina enfermedad de su nieta y, para ello, debe recurrir a su antiguo y esotérico oficio que lo vuelve a confrontar con sus dilemas más profundos.

ARGUMENTO

En la ciudad de Salta, entre la selva y el desierto de las salinas, Marcial Saavedra (75), es un hombre flemático, apático y triste. Renta una habitación de un motel en las periferias de la montañosa región del norte de Argentina. El gran escenario se debate al igual que el personaje entre lo arcaico y lo moderno. Allí, Marcial Saavedra vive (o sobrevive) mientras en los cuartos aledaños las parejas amantes suelen ir para tener sexo casual. Saavedra se las ingenia para malvivir entre otras cosas mediante un canal de internet donde habla sobre los misterios del universo, aprovechando para realizar canjes por publicidad con algunas tiendas de su precario barrio. Al mismo tiempo y pese a su edad todavía se ofrece para trabajos de obraje.

De joven, Saavedra tuvo dotes para la parapsicología y fue rabdomante (personas que mediante el uso de varillas encuentran objetos) hasta que un trabajo en particular lo bloquea emocionalmente, alejándolo totalmente de esa extraña práctica. Es ciertamente un hombre desanimado pues no sabe si su vida al final de cuentas tuvo sentido. Tiene un hijo ya adulto, Ezequiel.
Ezequiel trabaja en las salinas de Jujuy, la provincia lindante, lejos de su mujer y su hija que completan ese cuadro familiar.

Sin embargo, la soledad de Saavedra lo invade casi por completo, volviéndolo un hombre desangelado. Un día, frente a la grave enfermedad de su nieta, se ve obligado a volver a su antiguo oficio de rabdomante para así conseguir un buen ingreso de dinero que esa situación demanda. Todo esto lo emociona, lo excita y entusiasma dándole un nuevo aire a su vida. Al mismo tiempo, parece sentir culpa, pues es la enfermedad de la nieta lo que ha hecho que Saavedra salga de su apatía. En el camino sus impulsos lo llevan a robar, a traicionar y a enamorarse. En este discurrir se encuentra con otros que, de la misma forma, tratan de sobrevivir a sus modos. Ante su última aventura le hará frente a sus fantasmas existenciales; Saavedra se vuelve una especie de Quijote de América del Sur que, de pronto, desempolva su armadura y pasa de la quietud al sobresalto de enfrentarse nuevamente con molinos de vientos. Luego, ni su dulcinea ni su sancho podrán salvarlo de la tristeza y de la cordura que le devuelve el espejo.

En la vida, lo que buscamos puede llevarnos a preguntarnos: ¿Todo fue cierto o todo fue mentira? ¿Hubo algo de éxito o todo fue un gran fracaso? ¿Valió la pena? ¿Cuánto de real hubo de uno mismo? O como dice R. Carver “solo podemos llevarnos a la tumba la satisfacción de haber hecho lo mejor”.

MOTIVACION

¿Han pasado muchos días de tu vida y todavía sigues sin saber quién eres realmente? ¿Cómo piensas que vas a evaluar tu vida cuando mires hacia atrás?
La historia de Saavedra es la de “pinta tu pueblo y pintarás al mundo” es decir, va hacia lo más hondo, va hacia el hueso sobre una condición general. ¿Somos un producto y fuimos construidos desde el día en que nacimos?
Probablemente. Aunque no por ello podemos ser indiferentes a lo que nos rodea. Saavedra, nuestro personaje, carga con ese estado reflexivo, pesado y muchas veces hasta inútil.

Acomodado en su mundo desapasionado transcurre jornada tras jornada hasta que la enfermedad de la nieta lo saca de ese velo hipnótico y lo arroja a la arena de la vida otra vez. Allí quiere vestirse de héroe pero todo es una farsa que él se ha armado y al final hasta su propio hijo lo rechaza y desenmascara. Le escupe la verdad a la cara en una pregunta: a Saavedra ¿Le preocupa realmente su nieta? ¿O quiere evitarse el dolor que le provoca la enfermedad de ella? ¿Se sirve de esta situación para volver a sentirse útil?

Una historia universal, narrada en una micro cultura y una geografía muy especial como es la de la ciudad de “Salta”, al norte de Argentina (ciudad natal de la cineasta Lucrecia Martel) con aspectos muy particulares.
Allí está Saavedra, esotérico como un primer hombre. Entreverando en su ser lo universal, lo ontológico lo extraño y lo íntimo. Carnal, torpe, espiritual, mundano y extraordinario.

La tragicomedia de vivir dentro de lo que no puede resolverse. Un sentimiento de culpa lo empuja al personaje a la búsqueda de una redención encontrando en su lugar egocentrismo y miseria. Una película dura, cubierta de humor negro pero también con una cierta ternura donde el personaje termina en un juego de laberintos para al final darse cuenta que, como él mismo, todos buscan.

Un largometraje pretencioso, altamente atractivo desde el relato a la imagen y que, ciertamente, no pasará desapercibido ante los espectadores.

















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